La escuela de educación infantil El Majuelo, en Valladolid, acoge a niños entre tres y seis años. Se trata de un colegio privado, pero está homologado. Su particularidad radica en que la escuela se halla en plena naturaleza, concretamente en el PRAE del Pinar de Antequera, considerado el gran pulmón de Valladolid. Los niños de El Majuelo cuentan con un espacio exterior privilegiado, y se benefician de ello, porque pueden disfrutar de la naturaleza.
Esta escuela puntera que aboga por una sociedad mejor cuenta con la presencia de un perro llamado Draco entre el profesorado. Su dueño es Fernando González, profesor de dibujo y pintura. La iniciativa surgió cuando Fernando se dio cuenta de que los niños pintaban siempre los mismos animales, estereotipos en definitiva, porque desconocían cuál era la realidad biológica del animal. De modo que propuso llevar a su perro, Draco, a la escuela. Se trata de un mestizo de siete años, grande y paciente. Va dos días por semana a la escuela, y poco a poco se ha ganado la confianza de los niños, incluso de los más temerosos, y ahora ya es uno más de la clase.
Los profesores del El Majuelo consideran que la educación de los niños es muy importante, y, como señala Fernando, «no basta con pensar qué tipo de alumnos quieres sino qué tipo de sociedad queremos». Lo más importante es el aprendizaje. Aquí los niños no sólo están detrás de un pupitre, sino que se trabaja en diversos espacios educativos, entre ellos el espacio exterior, donde los niños pueden estar en contacto diario con la naturaleza, un lugar al que les acompaña también Draco, que participa de sus juegos, interactuando con ellos, además de cuidarlos y protegerlos.
«Somos la única escuela que cuenta con un perro en su equipo pedagógico, y cuando tenemos la reunión a principio de curso se lo presentamos a los padres como uno más», explica Fernando González.
«Cuando estamos en el taller, Draco busca un rincón y procura dormir. Cuando salimos al campo, disfruta corriendo, bañándose en la acequia y trayendo palos para jugar a estirar y ver quién tiene más fuerza. La convivencia con un perro es, para muchos peques, una enorme ilusión. Para otros, un reto que acaban superando. Cuando lo consiguen, cuando la valentía supera al miedo, se sienten más capaces y seguros. Saber que pueden estar tranquilos junto a un animal, tan alto y fuerte para ellos, aumenta su autoestima y su confianza. Para nosotros, un perro en la escuela supone acercar aún más la naturaleza a nuestro día a día», señalan en El Majuelo.
Suscríbete a nuestra newsletter, es gratuita.