Las macrogranjas son un modelo de producción poco sostenible. Se trata de la llamada ganadería industrial o intensiva, basada en tener el mayor número de animales hacinados en naves, criados y alimentados con pienso, para sacar en el menor tiempo el mayor rendimiento posible. Las llaman macrogranjas pero de granjas nada, son macrofábricas, un modelo de negocio que supone una gran crueldad para los animales y constituye una de la mayores fuentes de contaminación para nuestro planeta.
Las macrogranjas son macrofábricas de carne, leche y huevos, donde se explota a los animales para el consumo humano, y cuya finalidad es obtener la mayor producción posible, lo más rápido posible y al más bajo coste posible. ¿Y eso qué significa?
En las macrogranjas los animales sufren maltrato porque sus condiciones de vida son deplorables. Están hacinados no pueden moverse, con un nivel de estrés que muchas veces acaba en episodios de canibalismo. Las gallinas conviven día y noche con luz artificial para que pongan más huevos y, como no pueden moverse por ser tan reducido el espacio en el que están, se les corta el pico para impedir que se agredan entre ellas. Basta fijarse en la mirada desorbitada de estos animales, horror y desesperación parecen implorar con ella. Los berridos de los animales pueden darnos una idea de cuáles son sus condiciones de vida en estas cámaras de la muerte.
No vamos a extendernos aquí sobre el sufrimiento animal ni los vídeos que uno puede ver en youtube si se le ocurre clicar macrogranjas, pero sí os invitamos encarecidamente a ver y escuchar el programa que hizo Jordi Evole sobre las macrogranjas: «Stranger pigs» en Salvados para la Sexta (https://www.lasexta.com/programas/salvados/avances/que-hay-detras-de-la-industria-carnica-en-espana-el-programa-stranger-pigs-granjas-mataderos-de-salvados-jordi-evole-en-diez-titulares). Os advertimos que las imágenes son estremecedoras, pero no lo son menos las declaraciones de los entrevistados, a los que vale la pena escuchar. Es preciso que tomemos conciencia de ello.
Y al maltrato animal hay que sumarle, además, la contaminación de este modelo de producción, que, lamentablemente, es, hoy en día, una amarga realidad: emisiones de efecto invernadero, contaminación de aguas, desforestación para pastos y cultivo de alimento para el ganado, uso de enormes extensiones de tierra, emisión de amoníaco, uso desmesurado de antibióticos.
Greenpeace ha calculado en España las emisiones de gases de efecto invernadero de este tipo de ganadería por comunidad autónoma. Y lo que está claro es que a mayor número de animales mayores emisiones. Las tres comunidades autónomas que más fomentan este tipo de ganadería industrial son: Cataluña, Galicia y Castilla-León: el sector porcino con un 50% de las emisiones; el sector vacuno con un 34%, las aves de corral con un 14%, y un 2,5 el sector ovino. Aragón, Extremadura y Madrid rechazan que sus regiones cuenten con este tipo de ganadería industrial. Los expertos consideran que el Ministerio debería establecer límites claros para definir qué es una macrogranja y clasificar las explotaciones entre extensivo e intensivo.
Nosotros, como ciudadanos, aunque no lo parezca, podemos hacer mucho. Y digo mucho. Basta con no comer los huevos de esas gallinas, la carne de estos cerdos ni tomar la leche de estas vacas. Si consumimos estos alimentos estamos favoreciendo la ganadería intensiva, y, por lo tanto, contribuyendo al maltrato animal y a la contaminación del planeta. No consumáis esta porquería. Si cada vez somos más los que no queremos un mundo así y condenamos el modelo de negocio intensivo, estos campos de concentración animal se verán obligados a cerrar. Es preciso mantenerse firme y obligarlos a hacerlo, la causa por lo animales y el planeta vale la pena.
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