El perejil gigante (Heracleum mantegazzianum) es una planta originaria de las regiones del mar Negro, pero, a lo largo de los siglos XIX y XX, se extendió al resto de Europa y Norteamérica llevada por coleccionistas que, maravillados por su singular belleza, la utilizaron para ornamentar parques y jardines. Se trata de una especie que puede alcanzar entre 2 y 4 metros de altura. Posee racimos de flores pequeñas que resultan bastante atractivas por su forma. Se distingue por sus tallos huecos que alcanzan entre los 3 y los 10 centímetros de diámetro. Florece a finales del verano y produce entre 1.500 y 100.000 semillas, secas, elípticas y aplanadas. No obstante, nadie lo diría pero el perejil gigante es un grave peligro para los perros.
Los tallos y las hojas de la planta contienen toxinas que pueden provocar quemaduras y ampollas en la piel, y la toxina se concentra aún más en la savia, que se libera cuando la planta se daña o se rompe. La savia de la planta contiene unas sustancias químicas denominadas furanocumarinas que, cuando entran en contacto con luz solar, provoca una sensación fototóxica en la piel denominada fitofotodermatitis. Puede provocar ceguera permanente si la savia entra en contacto con los ojos.
Produce grandes urticarias y decoloraciones de la piel cuando, después de haber tomado contacto con sus vellosidades, los rayos ultravioletas del sol inciden sobre la misma. A estas urticarias se agregan ampollas de agua, similares a quemaduras. Estos síntomas son iguales tanto en humanos como en los perros. Si la savia toca el pelaje o entra en contacto con los ojos, puede causar graves daños al animal. Es importante contactar con el veterinario de inmediato si existe la mínima sospecha de que el perro ha estado en contacto con el perejil gigante.
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