Algunos dueños de perros, sin demasiada mano para tratar animales, me comentan admirados que cuanto más duros se muestran con ellos, más empalagosos se vuelven. Dicen que después, no los dejan ni un instante y siempre están pendientes de ellos.
Cierto, muchas veces es así. La respuesta la tiene el primatólogo Frans De Waal. Éste considera que los individuos de las especies sociales cuidan las relaciones, y que cuanto más valiosa es la relación más ansiedad se genera cuando ésta se ve amenazada. Existe un vínculo evidente entre el saludo y la reconciliación: el primero une las partes que han sido separadas físicamente, mientras que el segundo, une las partes cuya relación colgaba de un hilo. Cuando una ruptura o separación genera una gran ansiedad, significa que era una relación valiosa. La tendencia a reconciliarse aumenta en función de la intensidad del vínculo.
La habilidad de reconciliarse comienza muy pronto en los primates. Empieza con el vínculo entre la madre y la cría, sobre todo durante el destete, seguramente la primera negociación vital. Este hecho marcará un precedente en la forma de resolver los conflictos en el futuro.
Los primates no se reconcilian por establecer la concordia entre ellos, lo hacen por proteger algo valioso. Para constatarlo se realizó un experimento que aumentaba el valor de su relación: enseñaron a los monos a comer juntos, de forma que si uno quería comer necesitaba la colaboración del otro, y viceversa. El número de reconciliaciones se había triplicado.
En las especies sociales, como los primates o perros, cada individuo pertenece al grupo . Este hecho tiene un doble significado: forman parte y al mismo tiempo son propiedad del grupo. La jaula social es su palacio.
Vivir en comunidad tiene ciertas ventajas, pero también inconvenientes. Por lo general, el grupo ofrece mayor protección frente a los enemigos y permite cazar presas más grandes. Los inconvenientes son que están rodeados de individuos con los mismos intereses de refugio, comida, sexo, etc… La agresión es una forma de resolver los conflictos de intereses que surgen entre individuos que han compartido un pasado y han de compartir un futuro. Se trata de un mecanismo espaciador, disgregador, dos fuerzas opuestas; la otra, que actúa en sentido contrario, es el apego y el sentimiento de pertenencia al grupo.
Por lo tanto, podríamos considerar que lo que hace el perro con su amo torpe es un intento de reconciliación después de que la relación se haya visto amenazada.
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