El ayuntamiento de Barcelona anuncia a bombo y platillo que va a hacer el primer cementerio para animales de compañía de España. Para ello alega que hay «una demanda no satisfecha, porque casi la mitad de los barceloneses tiene un animal en su casa». El cementerio está previsto que entre en funcionamiento a finales del 2024 y, según el ayuntamiento, su objetivo es ofrecer un servicio municipal «respetuoso con la dignidad del animal y el luto de sus dueños y familias».
No es que no esté de acuerdo en que el ayuntamiento pretenda hacer un cementerio para animales de compañía, ni mucho menos. Lo que es realmente indignante es que priorice esa iniciativa sin haber resuelto antes las necesidades vitales de los perros en la ciudad. Indignante, paradójico e incoherente. Y no solo es mía la indignación. Con los esfuerzos que le dedican algunos a la lucha por el bienestar animal, ahora resulta que el ayuntamiento quiere hacer el primer cementerio de animales de compañía en España. ¡Vaya torpeza!
No deja de sorprenderme, la verdad. Las políticas de bienestar animal implantadas por la señora Colau y su equipo han sido desastrosas, y cuando digo desastrosas me quedo corta (Véase artículo https://togetherdogs.com/carta-abierta-a-la-senora-colau/). Aquí sí que hay una demanda no satisfecha por parte de la ciudadanía, una demanda insistente y que ha perseverado en el tiempo y a la que la alcaldesa y sus adeptos han hecho oídos sordos. Ahí sí que hay una demanda no satisfecha, señores: espacios para que los perros puedan correr y no esos pipicanes repugnantes; una playa con mayor cabida y no un trozo de arena para sesenta perros; su prohibición en muchos parques y, en los que no, entonces deben ir forzosamente atados, ¡Ah! y no nos olvidemos de la perrera, que es para salir corriendo.
En Barcelona hay 180.000 perros censados y el ayuntamiento es incapaz de dar una respuesta eficaz y acorde a las necesidades de los animales. Ocho años llevan luchando en primera línea asociaciones y plataformas, como Espai Gos y tantas otras que representan a los ciudadanos con perro para que oigan sus voces. Pero esas voces no las oye el ayuntamiento.
La relación que tiene el ayuntamiento de Barcelona con los perros es freudiana.
El ayuntamiento de la señora Colau ha dado la espalda a los perros, los ha relegado, los ha arrinconado, les ha quitado los pocos espacios que tenían para su entretenimiento, y, además, no deja de anunciar que habrá mayores prohibiciones y sanciones cuando en septiembre se aplique la nueva normativa: los llamados espacios de uso compartido (ZUC). Al principio, pensamos que era una buena idea, un horario en los parques para que los perros pudieran correr. Pero no, aquí los espacios compartidos nada tienen que ver con los parques como en otras ciudades de España, Madrid, por ejemplo, donde los perros pueden entrar en El Retiro por la mañana y al atardecer con unos horarios amplios y razonables. No, qué va. Aquí, por poner un ejemplo, un espacio sería la plaza Letamendi/Aragón, rodeado de ruido y hormigón y sin un árbol, allí pretenden hacer una zona con cuatro vallas para que los perros «corran». El ayuntamiento ya se ha encargado de aclararlo: «No plantear estas zonas dentro de los parques urbanos». O sea un delirio. Por no hablar de los horarios, porque es perverso.
Por favor, señora Colau y sus adeptos denles a los perros de Barcelona una vida digna. Basta echar una mirada a otras ciudades e imitar sus iniciativas, que siempre son mejores que las suyas. Apuesten por la vida de los animales en su ciudad, por su día a día, y no se lucren con su muerte.
Y ahora, para más inri y tal como está el ambiente de caldeado, resulta que el ayuntamiento se sensibiliza con la muerte de los animales y sus dueños. A estas alturas, eso no se lo cree nadie. «Ofrecer a aquellas familias que lo deseen el espacio para una despedida emocional por la muerte del animal con el cual se ha convivido», afirma el consistorio barcelonés. No he visto mayor desvergüenza. Y no solo eso. El sector de crematorios de animales de compañía de Cataluña, lo considera competencia desleal, por lo que solicitan que se considere la propuesta y afirman que el ayuntamiento nunca ha dialogado con el sector.
De hecho, se prevén 7.000 cremaciones anuales con una inversión de 1,1 millones de euros. Malaguanyat como se dice en catalán. Imaginaros el espacio natural que podría hacerse con este dinero. No hace falta ir muy lejos, basta ir a San Just o San Cugat para ver los espacios de los que disponen los perros para correr. Son impresionantes. Paradójico resulta que en poblaciones tan pequeñas como estas los espacios destinados a los perros sean tan grandes.
El coste de la incineración será de unos 200 euros, además de otros múltiples servicios de pago.
Es absolutamente freudiano que el ayuntamiento de Barcelona que nunca ha prestado la más mínima atención a mejorar la vida de sus animales se presta ahora a hacerlo con su muerte. Si Freud levantara la cabeza y analizara esas políticas de bienestar animal la interpretación sería monstruosa.
Pero no nos desesperemos, puede que en mayo cambien la tornas. Y entonces, con suerte, nos toque luchar para derogar esas leyes y normativas que ese maldito ayuntamiento ha aprobado, y puede entonces que nuestra lucha sea escuchada por tener interlocutores más válidos y los perros, por fin, puedan ser tratados como en cualquier ciudad de bien, y así recuperar una Barcelona más acorde a las necesidades de los animales, espacios verdes, que es el entorno que necesitan, y dejar atrás el hormigón y las rejas y los colorines de parchís; en definitiva, ser un poco más serios.
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