Los perros no pueden hablar, pero son capaces de interpretar lo que les decimos e intuir nuestras palabras. Aparte de su propio lenguaje, los perros son capaces de crear un lenguaje cotidiano para interactuar con las personas con las que viven. Un perro doméstico al que no se lo somete a ningún tipo de aprendizaje puede interiorizar una decena de palabras, en cambio, en el caso de recibir una enseñanza y una estimulación especial, el animal puede aprender hasta 250 palabras.
El departamento de psicología y neurología de la universidad de Dalhousie, en Canadá, ha realizado diversos estudios con perros y ha llegado a la conclusión de que estos animales pueden aprender una media de noventa vocablos, con un mínimo de 5 y un máximo de 250 términos. Se trata de un número orientativo, naturalmente, destinado a variar según las capacidades y la raza del perro. Los resultados de dicho estudio se han publicado en la revista Applied Animal Behaviour Science.
Se entrevistaron 165 propietarios de perros de diversas razas y se constató que la mayoría de las palabras comprendidas por los perros son simples órdenes, como por ejemplo «quieto» o «sentado». En cuanto a las frases de los propietarios, se optó por dividirlas en tres categorías: la que comprendía los nombres propios de personas; la de los nombres de los juegos; y la de los alimentos. Fueron los border collie y los perros pastores los más hábiles a la hora de intuir los términos que englobaban esas frases.
El psicólogo canadiense Stanley Coren, de la universidad de Columbia Británica, ha realizado uno de los estudios más famosos acerca de la comprensión de las palabras por parte de los perros. Su investigación, plasmada en su libro The intelligence of dogs: Canine consciousness and capabilities, nos ha permitido comprender cómo estos animales son capaces de comprender 160 palabras, sobre todo cuando se dan determinadas situaciones en que el propio perro se ve estimulado.
Según Coren, la inteligencia de los perros sería similar a la de un niño de dos años.
Las palabras más sencillas de aprender son aquellas con las que el perro ha estado más familiarizado, así, por ejemplo, «pelota» o «premio», pero los descubrimientos de Coren no se acaban aquí. También se ha podido constatar que los perros aprenden más rápidamente las palabras que empiezan por consonantes fuertes (p, t, c, k, q) que con las consonantes débiles (f, s, r, l). Y aún hay más, no todas las razas son igual de hábiles; ni mucho menos.
Coren establece diferencias de comprensión entre las distintas razas, es decir, hay perros que aprenden con mayor facilidad que otros, este es el caso de los labradores, pastores alemanes y border collies, que son más receptivos que otros, si bien también depende del adiestramiento y de los estímulos a los que se somete al animal.
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