Dice mucho de un país que no mata a sus animales, así como dice muy poco del que los persigue, los envenena o los aniquila, tal como ha venido haciéndose con el lobo durante décadas en España. Ahora, por fin, el lobo es una especie protegida en nuestro país.
El pasado mes de febrero, la Comisión Estatal para el Patrimonio Natural votó a favor de incluir al lobo en el listado de especies en Régimen de Protección Especial. Dicha Comisión acordó por un estrecho margen aceptar la propuesta de los científicos y del Gobierno de prohibir la caza del lobo en todo el territorio español. Las Comunidades Autónomas que votaron a favor: Cataluña, Baleares, Aragón, Canarias, Castilla-La Mancha, Extremadura, La Rioja y Melilla, y el propio Gobierno. Las que votaron en contra: Castilla y León, Galicia, Asturias, Cantabria, Andalucía, Madrid, Región de Murcia y País Vasco; y las que se abstuvieron: Navarra, Comunidad Valenciana y Ceuta.
Se estima que el noventa y cinco por ciento de la población de lobos de todo el país se halla en las regiones del norte, es decir, Castilla, León, Galicia, Asturias y Cantabria, un amplísimo territorio en donde los lobos, según la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), matan quince mil cabezas de ganado al año.
Alejandro Calvo —consejero de Medio Rural y Cohesión Territorial del gobierno de Asturias—, contrario a esta medida, ha defendido la necesidad de herramientas para poder gestionar una especie que, según él, no está en riesgo de extinción, poniendo así en entredicho la opinión del propio comité científico. Del mismo modo, Guillermo Blanco —consejero de Desarrollo Rural, Ganadería, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente de Cantabria— ha afirmado sin tapujos que «la especie que está en peligro de extinción es el ganadero». Y ha añadido: «No voy a dejar que los vecinos de los pueblos de Cantabria del medio rural abandonen sus casas ni que los ganaderos abandonen su trabajo para que se expanda el lobo.»
Es lamentable que estos señores que ostentan cargos públicos no fomenten la coexistencia entre lobos y ganado en lugar de apostar por aniquilar a los primeros para salvar a los segundos. Me gustaría recordarles que los montes y los bosques del norte —de los que tanto alardean cuando hablan de su tierra— es el hábitat natural del lobo, lo que debería ser un motivo de orgullo tenerlo entre sus dominios en lugar de llenarse la boca de palabras para erradicarlo.
Su responsabilidad pública no debería ser la de incitar a la caza sino la de impulsar un esfuerzo de convivencia, buscar una solución más propia de personas civilizadas y sensatas, promover el bienestar animal y, por lo tanto, apoyar la coexistencia del lobo y la ganadería, que es del todo viable. Está visto que si dependiera de ellos se apresurarían a convocar cuadrillas de desalmados con tal de salir al monte con sus escopetas a pegar tiros para luego jalear con vino la matanza y fotografiar a los animales muertos encima de los capós de sus cuatro por cuatro como si fueran trofeos. Afortunadamente, eso ya no es posible señores consejeros y ganaderos del norte, ya no es posible. A día de hoy, el lobo especie protegida en España.
La ganadería Aldonza de Rosa González y Alberto Fernández en Santa Colomba, en Sanabria, provincia de Zamora, gestiona una explotación de más de mil ovejas, en un territorio con una de las mayores poblaciones de lobo ibérico que existen al norte del Duero. Tanto Rosa como Alberto sostienen que la coexistencia entre el lobo y el ganado es factible. Sus ovejas nunca han sufrido ataques por parte de los lobos, si bien para poder evitarlos es preciso hacer un esfuerzo económico. Eso ya se sabe. Ellos han apostado por quince perros mastines, cuya manutención, entre pienso y veterinario, asciende a cerca de 4.000 euros anuales. Pero, ¡tienen más de mil ovejas! Me preguntó a qué costes se elevan los ataques por parte de los lobos. ¿No vale la pena invertir y salvaguardar al rebaño?
Fermín Fernández, un ganadero de Cervantes (Lugo) y a favor de la caza del lobo, se lamentaba en un artículo en El País (13.02.21), que cuando llegó una mañana a su finca de Seixas su vaca había parido antes de lo esperado y que, como a él no le había dado tiempo de llevársela a su casa para el parto, el becerro había sido devorado por los lobos. Me pregunto, qué significa eso de que «no le había dado tiempo», sabiendo que los becerros son animales muy vulnerables. ¿Acaso no pueden programarse los partos para que las vacas no paran solas en los montes? O ¿no es su responsabilidad, como ganadero, estar pendiente de ello?
También la explotación familiar de Laura Serrano Isla en Gumiel de Izán, en Burgos, sufrió los ataques de los lobos. Una noche dejaron a las ovejas desprotegidas en un corral, y al día siguiente el resultado fue veintitrés ovejas muertas. «A mí el lobo me mató las ovejas porque se las puse a huevo. Me metí en su terreno. Puede resultar duro, pero es así.», afirma Laura.
Parece evidente que si se abandonan las ovejas a su suerte en los prados, si no se recoge el rebaño por la noche y los animales no están custodiados por perros mastines, el riesgo de que sufran ataques por parte de los lobos es muy elevado. Y ¿por qué no adoptan entonces estas medidas los ganaderos del norte en lugar de movilizarse para que les den permiso para masacrar a unos animales que viven en su hábitat? ¿Acaso no es responsabilidad suya proteger a su ganado?
«El rebaño no corre ningún peligro en el monte si está bajo nuestra protección. Además, los animales se recogen por la noche; en invierno en las naves y, en verano, en corrales provistos de vallas de hierro y vigilados por nuestros mastines», sostienen Rosa y Alberto de la ganadería zamorana.
Con el lema: «Pastando con lobos», los ganaderos de Sanabria comercializan sus lechazos en el mercado español. Esta iniciativa cuenta con el aval de GREFA (Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona y su hábitat), que aprueba la propuesta. Sus ovejas pastan al aire libre y consumen la vegetación natural que hay en el monte. En invierno necesitan el refuerzo del piensos naturales, a base de semillas y granos.
«El lobo es un gran depredador, y su conservación afecta a otras especies, razón por la que hacía tiempo que necesitaba esta protección» afirma Theo Oberhuber, el coordinador de Ecologistas en Acción. «Todos los años se matan entre cuatrocientos y quinientos lobos en nuestro país», señala Oberhuber. Por ello, invita a las Comunidades Autónomas al norte del Duero a colaborar con los ganaderos para impulsar la coexistencia entre el lobo y la ganadería con el fin de evitar los ataques al ganado, mediante métodos como el uso de perros mastines, vallas, una mayor vigilancia del ganado o la recogida nocturna de éste.
Por su parte, Juan Carlos del Olmo, Secretario General de WWF (Fondo Mundial para Naturaleza) ha señalado: «La prohibición de la caza es una medida histórica para la conservación de la biodiversidad en nuestro país. Esperamos que sea un primer paso para cambiar el actual modelo basado en la persecución y muerte del lobo, y poder dejar paso a uno nuevo más propio del siglo XXI, centrado en la conservación de la especie y en la coexistencia con las actividades humanas.»
Queda mucho por hacer, pero es un gran paso que este precioso animal, el lobo ibérico, un motivo de orgullo de la fauna de nuestro país deje de matarse y masacrarse como se ha hecho hasta ahora. Por fin, el lobo es una especie protegida en España y esperemos que quien no la acate las sanciones sean muy duras. En cualquier país del mundo, las especies protegidas comportan graves penas y sanciones, esperemos que el nuestro no sea una excepción. El lobo, especie protegida en España. Que nadie se olvide de eso.
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