Ya lo dijo, no sin ironía, el escritor Oscar Wilde: «Si uno está con animales corre el riesgo de ser mejor persona». Compartir nuestra vida con un animal de compañía es un auténtico lujo. El afecto que profesamos por ellos y el que ellos nos profesan ejerce un enorme beneficio en nuestra salud, tanto física como mental. En definitiva, la vida resulta mucho más enriquecedora y menos sombría junto a un perro o un gato, no nos engañemos.
Lo hemos dicho ya en otros artículos que hemos publicado en la revista («Vivir con perro es terapéutico», y «Los perros son animales empáticos»), disfrutar de nuestro día a día con nuestro perro es, además de muy saludable, un revulsivo contra el estrés, la ansiedad y la depresión.
Por fin, en nuestro país, los animales de compañía son reconocidos, por ley, seres que sienten. Y es que es una obviedad que los perros son seres que «sienten». Y no sólo eso, sino que consagran parte de su vida o su vida entera a satisfacernos. Con sus infinitas demostraciones de afecto y cariño consiguen establecer un vínculo emocional tan fuerte con las personas, que, cuando nos faltan, reparamos en que no hay otro más duradero e incondicional como aquel que nos dieron mientras vivieron.
El perro es un animal noble. Y nosotros debemos estar a su altura.
El día a día con nuestro perro no sólo debe ser enriquecedor para nosotros sino también para él. Por ello, es preciso cuidarlo y motivarlo, tanto con ejercicio físico como mental. La Fundación Purina nos da estos consejos básicos:
-Hacer ejercicio juntos: Es preciso pasar tiempo juntos, y asegurarse de que nuestro perro haga suficiente ejercicio físico para que tenga una vida saludable. Hacemos especial hincapié en los perros de ciudad que, muchas veces, por falta de tiempo de sus dueños, pasean poco, corren menos, y su vida consiste en ir del sofá al pipican. Dicho de otro modo, no basta con que vuestro perro esté bien tratado, coma bien, duerma mejor y disfrute de todas las comodidades hogareñas. Eso es importante, pero sin duda insuficiente si el perro no se relaciona con otros perros, no corre por el campo y disfruta de espacios al aire libre en plena naturaleza, que al fin y al cabo es su hábitat natural. Haced un esfuerzo y llevad a vuestro perro a la naturaleza siempre que podáis. Ni que decir si es un perro de caza o pastor, pero también los pequeños necesitan pasar horas al aire libre. Es lo mejor que podéis hacer por él. ¡Ah! y procurad evitar los pipicanes, espacios siempre reducidos, sucios, malolientes, poco o nada saludables, y donde es muy elevado el riesgo de que puedan infectarse de cualquier virus o bacteria. Eso dicen los veterinarios, y no en balde, ya que lo constatan a diario.
-Asea y cepilla a tu perro: Asear y cepillar a nuestro perro puede ser una tarea muy agradable tanto para él como para nosotros. Se trata de un momento de relax que suele gustarles. Sin embargo, no debemos extendernos en el tiempo, si el animal muestra indicios de cansancio o impaciencia.
-Motívalo e interactúa con él: Una de las maneras de fortalecer el vínculo con nuestro perro es incentivándolo, enseñándole cosas nuevas. Es muy importante que el perro tenga alicientes, no sólo físicos, sino también mentales. Interactuar con él es una óptima opción para que el perro aprenda cosas nuevas, ejercicios, órdenes, etc., y responda mejor a los estímulos. Es fundamental que el perro esté siempre motivado, y no pase demasiado tiempo solo en casa o, cuando esté en ella, apenas se le preste atención. Interactuar con él, proponerle nuevos retos es un modo de que el animal esté siempre en estado de «alerta», abierto a cualquier incentivo y con la mente despierta.
-Muéstrale tu afecto: Es preciso manifestarle también nuestro afecto mediante caricias en el vientre, en el lomo o rascándole la cabeza. Es el mejor modo de reforzar nuestro vínculo afectivo con él.
-No dejes de premiarlo: Premiemos a nuestro perro cuando ha hecho algo bien, cuando ha acatado una orden de manera correcta, acude a nuestra llamada, o nos dan la pata. Pero nunca sin ton ni son. Los premios siempre deben ser por algo, y, como todo en la vida, tienen que ganárselo.
Es indudable que el perro puede ser uno de los mejores compañeros de vida, siempre y cuando nosotros, los humanos, seamos capaces de satisfacer sus necesidades, que no son muchas, pero son. Insistimos en ello, es preciso satisfacer sus necesidades, llevarlo al campo con asiduidad, alimentarlo bien, interactuar con él, permitir que juegue con otros perros, motivarlo, llevarlo al veterinario para vacunas y desparasitaciones, y, por supuesto, si está enfermo. Nadie nos obliga a tener un animal de compañía, pero si decidimos tenerlo hay que tratarlo como se merece. Él nos lo agradecerá todos los días.
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