Se llama Mert Akkök. Es turco, tiene 48 años y vive en Estambul. Mert es un empresario que trabaja en el sector sanitario, se dedica a conectar hospitales privados de toda Europa con potenciales clientes de cirugía estética, preferentemente aquellos que precisan trasplantes de capilares. Ahora el empresario turco acoge animales abandonados, por lo que su labor es admirable.
Antes de que Mert se mudara a una casa con jardín, vivía en un piso en el centro de la ciudad. Un día decidió recoger un perro abandonado que estaba herido para cuidarlo. Y así empezó todo. En Estambul hay muchos perros que merodean por las calles, y la gente de los barrios suele cuidarlos, pero hay que decir que la sanidad es gratuita para perros y gatos, y los veterinarios están obligados a atenderlos.
«En Estambul tenemos una de las regulaciones más humanitarias del mundo respecto a los animales callejeros. La ley no permite sacrificarlos, solo los esterilizan y los dejan en la calle de nuevo», dice Mert.
El empresario turco comenzó a acoger animales abandonados en su casa y llegó un momento en que los vecinos se quejaron de que tuviera tantos perros en ella, así que decidió mudarse a una casa con jardín, en un pueblo cerca de Tuzla, un distrito de Estambul en el lado asiático, donde ahora convive con casi un centenar de animales. , por lo que su labor es admirable.
Mert dedica todo su tiempo libre a cuidar de ellos, a los que les ha dado un nombre. Se ocupa de alimentarlos todos los días, con dietas especiales para aquellos que la requieren debido a enfermedades o lesiones que han sufrido.
Su casa está abierta a todos los animales que entran y salen a su antojo; de hecho, cuando hace frío, viven dentro. Se pasean por las habitaciones, duermen en los sofás o en la cama junto a Mert.
«Renuncié a las comodidades de la vida en la ciudad por mis amigos, porque ellos son mis verdaderos amigos», cuenta Mert.
Kadife es una burrita procedente de Diyarbakir, una ciudad que se halla al sureste de Anatolia, a unos mil kilómetros de Estambul. Alguien observó a un borriquillo recién nacido junto al cuerpo de su madre muerta cerca de la carretera. Y enseguida se pusieron en contacto con Mert. «Me contactaron porque me conocían de las redes sociales y yo no pude decir que no. Me la mandaron en un taxi», explica.
Cuando llegó Kadife, Reyhan, la yegua, se mostró un poco celosa, pero eso pronto pasó. Reyhan también es huérfana. «Es de una granja cercana, nació débil y medio ciega; cuando vendieron a su madre iban a dejarla morir, así que la compré y la crie con biberón, con leche de otra yegua de otro pueblo; ahora Reyhan cree que yo soy su padre», explica Mert.
Al fondo del jardín hay una valla, y detrás se congrega una treintena de gaviotas, muchas incapacitadas para volar. La mayoría son polluelos que se han caído del nido. Viven en compañía de tres gatos que, ya han nacido allí, y comparten con las gaviotas el pescado fresco que Mert les da todos los días.
Es realmente ejemplar la tarea que lleva a cabo Mert. Por suerte, cada vez hay más gente como él en el mundo, personas dispuestas a rescatar y cuidar animales abandonados y maltratados por quienes ignoran que, en la larga cadena evolutiva de nuestro planeta, no son seres superiores sino los más insignificantes de todos. Este empresario turco acoge animales abandonados, lo que sin duda es una tarea digna de admiración.
Suscríbete a nuestra newsletter, es gratuita.