Flush de Virginia Woolf, un libro delicioso para los amantes de los perros
junio, 2022 - Mónica Monteys
Flush de Virginia Woolf
Una de las ediciones en castellano de Flush, de Virginia Woolf.

Si alguien me pidiera que recomendara un libro sobre un perro, ese libro sería Flush, de Virginia Woolf. Es sabido que la escritora inglesa era una gran amante de los perros; de hecho, toda su vida estuvo rodeada de ellos. Sin embargo, Flush, el protagonista de este libro, no fue un perro suyo, sino de la poeta Elizabeth Barrett (1806-1861), esposa del también poeta Robert Browning.  

Flush de Virginia Woolf
La escritora inglesa Virginia Woolf siempre vivió rodeada de perros.

Publicado en 1933, Flush cuenta las peripecias, travesuras, cotidianidades y manías de este simpático cocker spaniel, del que se vale Virginia Woolf para hablarnos de Elizabeth Barrett —autora de los famosos Sonetos del portugués—, desde sus años vividos en la brumosa y húmeda Londres, en la famosa casa en el 50 de Wimpole Street, recluida en su habitación del piso de arriba, sin apenas salir, postrada en la cama a causa de los dolores por la extraña enfermedad que padecía, hasta su fuga con el poeta Robert Browning a Italia, concretamente Florencia, ciudad donde ambos establecieron su residencia, alejados de los fríos inviernos londinenses, donde la bonanza del clima mediterráneo les resultó tan reparadora.

Flush de Virginia Woolf
Un cocker spaniel, como Flush, pintado por Vanessa Bell, hermana de Virginia.

También lo fue para Flush que, de la noche a la mañana, se convirtió en un perro feliz. Merodeaba por las callejas, donde todo el mundo lo conocía, entraba en los establecimientos, en los que siempre era bien recibido, y no había día en que no se llevará a la boca algún que otro exquisito bocado. Florencia fue para Flush, la compensación a sus tristes años pasados en Londres, los largos días transcurridos junto al lecho de su dueña, en Wimpole Street, de la que no se separaba de su lado, hasta el día en que Elizabeth, desafiando la autoridad paterna, decidió abandonar su hogar para marcharse con el poeta Robert Browning a Italia, a la que ambos llegaron después de un larguísimo viaje en tren, que, para Flush, lejos de suponer un suplicio, fue una alegría inmensa, una alegría que ya no lo abandonaría, ni siquiera cuando, de mayor, se tendía en la plaza y dormitaba bajo la sombra de un árbol, ni siquiera entonces le abandonaría esa alegría.

Flush de Virginia Woolf
Los poetas Robert Browning y Elizabeth Barrett.

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