Se sabe que la escritora norteamericana, Gertrude Stein (1874-1946), afincada en Francia desde 1903, sentía predilección por los perros, sobre todo por los caniche, una pasión que compartía con el conocido crítico literario norteamericano Alexander Woollcott. Gertrude y su compañera, Alice B. Toklas tuvieron varios caniche mientras vivieron en la famosa casa de la rue de Fleurus, 27, en el Barrio Latino, en París, que se convirtió en un importante centro, de reunión de pintores, poetas, escritores y críticos de arte, como Djuna Barnes, Ernest Hemingway, Picasso o Natalie Barney, entre otros.
Uno de sus perros preferidos fue Basket. Stein y Alice B. Toklas lo habían adquirido en 1929, en una exposición canina en París. Cuenta la propia Stein que un día, al mirar a su perro mientras bebía agua del cuenco, tuvo una iluminación. Dijo que el ruido que hacía Basket al beber agua le permitía tomar el ritmo de la escritura, distinguiendo entre párrafos y frases breves. A finales de 1935, en una carta a Woollcott, Stein le cuenta que Basket es un mimado, que principalmente se alimenta de pan y azúcar (hoy en día eso sería impensable), todas las mañanas lo bañan con agua sulfúrea, y que ella misma le lava los dientes todos los días, mañana y noche, con un cepillo especial.
«Yo soy yo porque mi perro me conoce».
Durante los años que Gertrude Stein y Alice B. Toklas vivieron en la rue de Fleurus, 17, exactamente de 1903 a 1914, no faltó nunca la compañía de los perros. Tanto era el interés que sentía la escritora por ellos, que aquí os dejamos una de sus frases más célebres: «Yo soy yo porque mi perro me conoce».
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