Ya sabemos que en verano debemos extremar las precauciones con nuestros perros para evitar que sufran un golpe de calor. Debemos procurar que a las horas de más calor estén siempre a la sombra y en un sitio aireado. Y siempre con un cuenco de agua al lado. El agua no debe faltar nunca. Un buen remedio que lo ayudará a mantenerse fresco es una alfombrilla refrigerante, una solución ideal para esta época del año.
La alfombrilla refrigerante está recubierta de poliéster, es antiséptica e inodora, y resistente al agua. No obstante, es preciso leer las especificaciones del fabricante para evitar roturas o desgarros. Su interior está compuesto de un gel —no tóxico ni para los humanos ni para los propios perros—, que reacciona al calor, reteniéndolo durante horas a cambio de liberar frío. Su efecto dura siete horas seguidas, y cuando deja de emitir frío no hace falta recargarla, ni meterla en la nevera ni conectarla a ningún dispositivo eléctrico. Cuando la alfombrilla deja de recibir calor, es decir, el del cuerpo del perro que yace sobre ella, el gel reacciona liberándolo y reduciendo su temperatura de un modo natural. Bastarán 15 minutos para que la alfombrilla refrigerante se recargue sola y esté lista para ser usada de nuevo. Hay que limpiarla a mano y evitar que el perro la muerda o arañe.
Está disponible en varios tamaños (M, L y XL). Se dobla y apenas ocupa lugar. Hay varios modelos en el mercado, y los precios varían según las marcas y los tamaños, desde 8 a 40 € , la oferta es amplia y variada. Pueden encontrarse con facilidad en las tiendas para perros, así como también en Amazon.
Hoy en día, los perros disponen cada vez más de todos los utensilios, jabones, cremas, limpiadores de patas habidos y por haber para sus cuidados; y la alfombrilla refrigerante en verano, sin duda, no podía faltar.
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