Las orugas del pino, llamadas también procesionarias, porque cuando se desplazan lo hacen en fila, están revestidas de unos pelos urticantes altamente tóxicos que pueden dañar gravemente los ojos, las mucosas y los tejidos de algunos animales, entre ellos los perros. Las orugas permanecen en lo alto de los árboles, encapsuladas en sus nidos (bolas blancas) desde que nacen hasta el momento en que alcanzan su fase de madurez, que es cuando descienden al suelo en busca de otro sitio en el que enterrarse para hacer una crisálida. Esto ocurre durante los meses de febrero y marzo, que es el periodo de máxima actividad de estas orugas. Sin duda, la procesionaria es un grave peligro para los perros.
Por lo tanto, en estos dos meses hay que llevar especial cuidado y no pasear al perro por pinares o lugares donde haya pinos. Es muy importante que estéis alerta e intentéis evitar el contacto de vuestro animal con este tipo de insecto.
Si el perro ha tenido la mala fortuna de tocar con los belfos o el hocico, o lamer o, aún peor, zamparse una oruga, comenzará a salivar de inmediato e intentará rascarse en la zona afectada que empezará a mostrar hinchazón que irá en aumento. No hay tiempo que perder, ya que el animal corre el riesgo de sufrir un shock alérgico, es decir, inflamación de la lengua, de la boca, del esófago y del estómago hasta que llegue punto en que el animal no puede respirar y muere. En la mayoría de los casos, esto no ocurre porque interviene un veterinario, pero, repetimos, no hay tiempo que perder, porque si el perro ha lamido una oruga, su toxicidad es tan elevada que puede necrosar la lengua del animal; algunos la han perdido por entero.
Lo primero, no frotar nunca la zona afectada, al contrario, intentar lavarla bien con abundante agua para diluir el efecto tóxico de los pelos urticantes del insecto, y acudir de inmediato al veterinario. Pero si estamos en el campo o en algún lugar alejado de cualquier clínica veterinaria os aconsejamos que, durante estos meses, llevéis siempre encima un medicamento inyectable para prevenir daños mayores si esto sucede.
Os recomendamos que si soléis ir al campo lo consultéis con vuestro veterinario para que os aconseje cuál es el mejor medicamento y la dosis adecuada que debéis llevar encima en el caso de que os veáis en la circunstancia de tener que afrontar un accidente de este tipo. Bajo ningún concepto automediquéis a vuestro perro, podría tener consecuencias desastrosas. Insistimos mucho en esto, no dejéis de consultarlo con el veterinario, es vuestro mejor aliado. Y no nos cansaremos de repetirlo: la procesionaria es un grave peligro para los perros.
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