Cuando en 1945 Lauren Bacall se casó con Humphrey Bogart, todo el mundo se preguntó qué tenían ambos en común, aparte de ser actores. Y parece ser que tenían más de lo que la gente creía. Ambos eran neoyorquinos, estaban enamorados de su profesión, les gustaba hablar de política y estar rodeados de amigos, pero sobre todo sentían debilidad por los perros. Antes de conocerse, cada uno ya había tenido varios; él, scotties, sealyham terriers e incluso un terranova; ella, cockers spaniels. Sin embargo, cuando se casaron, les regalaron un cachorro de bóxer como regalo de boda, al que le llamaron Harvey. El perro se convirtió en seguida en una de las principales razones de sus vidas. Ambos lo adoraban; y pronto llegaron dos bóxers más: George y Baby. De hecho, los perros de Lauren Bacall y Humphrey Bogart adquirieron una cierta fama, pues participaron en más de un anuncio o campaña publicitaria cuando se trataba de enaltecer las delicias de una vida en familia.
Después de la muerte de Bogey (así llamaba la actriz a su esposo), Harvey le sobrevivió solo seis meses. Como cuenta Bacall: «Fui a verlo al veterinario y me despedí. Cinco minutos después de que hube llegado a casa, me dijeron que Harvey había comido su cena y había muerto».
No obstante, después de Harvey llegaron más y más perros, porque el amor de la actriz por los canes continuó hasta el final de su vida. En sus últimos años, se la podía ver paseando por las calles de Nueva York en compañía de Sophie, su adorada papillón, una raza pequeña tipo spaniel. La obsesión canina de Bacall fue más allá, porque la actriz le dejó en su legado nada menos que 10.000 dólares a su perrita.
A continuación os dejamos un divertido vídeo en que la actriz Glenn Close va a visitar a Lauren Bacall y su perra Sophie.
Los perros de Lauren Bacall y Humphrey Bogart gozaron casi de tanta fama y popularidad como ellos.
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