No a los zoos, una lacra de nuestra sociedad
diciembre, 2022 - Togetherdogs

¿No creéis que actualmente lo de los zoológicos clama al cielo? ¿Los animales no deberían vivir en libertad? ¿Los padres deben llevar a sus hijos al zoo o concienciarlos de cómo viven los animales salvajes allí dentro?

No a los zoos, una lacra de nuestra sociedad
©Foto de Pedro Pinacho.

Ya sabemos lo que son los zoológicos, de modo que nos ahorraremos explicaciones en este sentido. Basta con mirar los animales que están recluidos en ellos. Encerrados en recintos de por vida, que ni siquiera se parecen a sus hogares naturales, ni tampoco su reducido entorno tiene nada que ver con los parajes por donde corrían antes de que su suerte se torciera. Basta mirarlos, sí, fijaros bien, y veréis en sus semblantes las consecuencias del cautiverio y la privación de una vida digna y en libertad. Para muchos de nosotros, los zoológicos deberían desaparecer de las ciudades, sin embargo no todo el mundo opina igual. Hay acérrimos defensores.

No a los zoos, una lacra de nuestra sociedad
Los ciervos axis en el zoológico de Barcelona. © Foto de Josep Panadero. No a los zoos.

La Asociación Ibérica de Zoos y Acuarios, conocida como AIZA, no duda en afirmar que: «Cerrar los zoológicos en plena crisis ambiental, cuando la ONU alerta de que un millón de especies podrían estar en peligro de extinción, sería una decisión inexplicable para las generaciones futuras». Por su parte, la Unión Internacional de la Conservación para la Naturaleza, conocida como UICN, afirma que «la supervivencia de muchas especies es posible gracias a los zoológicos y los acuarios, porque de ellos depende la conservación de la biodiversidad para poder contrarrestar la extinción de especies en 2030».

No a los zoos, una lacra de nuestra sociedad
Día tras día, los animales no pueden salir de un acotado recinto, como este en el zoo de Madrid. ©Foto de Tiia Monto. https://commons.wikimedia.org/wiki/User:Kulmalukko.

No obstante, diga lo que se diga, lo que es una realidad incuestionable es que los zoológicos no cubren ni de lejos las necesidades naturales que precisan los animales para vivir dignamente. Por ejemplo, a las aves les cortan las alas porque no pueden volar dentro de los zoos; los animales acuáticos a menudo carecen de agua suficiente, y aquellos que, en estado salvaje, viven en grandes manadas están hacinados en espacios del todo insuficientes que nada se parecen a la imagen que conservamos en nuestra mente de las manadas de gacelas o cebras corriendo por la sabana africana. La caza natural y el cortejo del apareamiento son prácticas que han sido erradicadas de sus vidas. Los animales están muy limitados, no hacen el ejercicio físico que necesitan, ni recorren cientos de millas, ni exploran y juegan, ni tampoco tienen privacidad, y mentalmente están muy poco estimulados.

No a los zoos, una lacra de nuestra sociedad
Una imagen como esta debería avergonzarnos a todos.

En los zoológicos, la falta de espacio y de incentivos, vivir en cautividad de hecho, suele desembocar en un comportamiento por parte del animal, conocido como zoocósis. Caminar hacia delante y hacia atrás o dar pequeños círculos, balancearse o autolesionarse, son algunos de esos comportamientos sintomáticos, angustiosos y estresantes, señala PETA (People for the Ethical Treatment of Animals). En el vídeo de PETA, podréis constatar esa evidencia. 

Desde que en 1756 se inauguró en la ciudad de Viena el primer zoo—entendido como lo conocemos hoy en día—, millones de animales salvajes han sido apresados o criados en cautividad con la única finalidad de exhibirlos y lucrarse a su costa. Pese al pretexto de preservar las especies e investigar sobre ellos —y no dudamos de que en muchos casos se llevan a cabo tareas admirables e investigaciones éticas—, los zoos creemos que, actualmente, ya no tienen sentido.

Más de uno de vosotros puede que aún recuerde, si pisó un zoo alguna vez, sobre todo de niño, haber visto la tristeza en el rostro de un orangután o gorila ante un público cruel que lo jaleaba sin dejar de imitar sus sonidos, esperando en vano que el primate los mirara. Allí en medio, convertido en un espectáculo siniestro, entre sus orines y restos de comida, el gorila inmóvil, rodeado de palmeras, charcos de agua sucia y de toda aquella falsa selva que habían montado a su alrededor. Esa imagen me recuerda al gorila que aparece en este vídeo divulgativo de NO a los zoos, en el que se aboga para que los animales vivan en libertad. No dejéis de verlo.

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