A finales de agosto, un perro de raza Jagdterrier de dos años, llamado Pablo, se perdió en Saint-Martin-de-Belleville en los Alpes de Saboya (Francia) cuando sus propietarios Catherine y Roges decidieron hacer una parada con su autocaravana a su vuelta de sus vacaciones en Italia de camino a Francia. Pablo saltó del vehículo para dar un paseo, como siempre, pero esa vez no volvió, se perdió en la oscuridad. Tras horas de espera y viendo que el perro no aparecía, sus amos se dirigieron al Ayuntamiento para denunciar su desaparición. Luego, decidieron ir a Aind, donde viven unos familiares para no alejarse demasiado del lugar.
«Esperamos durante horas. Pasamos toda la noche allí, en vano», explicaron los dueños del perro.
Tres días más tarde, cuando Catherine y Roger había perdido ya toda esperanza de encontrar a Pablo, un amigo de la pareja que estaba a cargo de cuidar su casa de Bezouce (Gard) mientras ellos estaban de viaje vio a Pablo en la puerta de casa. El hombre envió a Catherine y Roger una foto del perro con un aspecto bastante sucio y más delgado, pero estaba vivo y a salvo. Les contó que había encontrado al perro esperando en la puerta de la casa, que se halla nada menos que a 380 kilómetros de distancia del lugar donde se había perdido.
Catherine y su marido emprendieron de inmediato el regreso a casa con la alegría de que, por fin, iban a reunirse con Pablo.
Nadie se explica cómo consiguió Pablo recorrer casi 400 kilómetros en tan solo tres días. Pese a que es sabido que los perros tienen un olfato muy acusado, la pareja no encuentra ninguna explicación a lo sucedido. En cuanto llegaron sus dueños le pusieron un collar con GPS para evitar que se pierda nuevamente.
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