Cumbres de Jacaranda, propiedad de Chus Escolano, es en la actualidad uno de los mejores criaderos de setter inglés y setter gordon de España. Se halla en Brunete, a solo treinta escasos minutos de Madrid. Su merecida fama se la ha ganado a pulso, a fuerza de mucho esfuerzo y de hacer las cosas bien.
Su aventura con los setters se remonta muy atrás en el tiempo. Su abuelo era cazador y siempre tuvo setters ingleses y su madre es una enamorada del setter irlandés. Cuando Chus se casó le regaló a su marido un irlandés del afijo Villajambrina, llamado Duque.
Un año más tarde llegó a su casa Tico, hermano de Duque, cuyo propietario ya no lo quería, que pasó a ser el perro querido y mimado de sus padres. La criadora le propuso entonces que compitiera, y, de la noche a la mañana, Tico se convirtió en campeón de España, Portugal y Gibraltar.
En junio de 2009, en uno de sus viajes a Haro (Zarratón), Chus tuvo la ocasión de conocer a una persona muy especial que tenía un setter gordon, el perro con el que ella siempre había soñado. Se acercó y le preguntó si podía tocarlo, y él le dijo: «Vas a tener un cachorro mío, hijo de este perro. Nacen en una semana».
Esta persona tan amable era Jesús María Satrústegui, ex jugador de fútbol de la Real Sociedad y la Selección Española entre 1973-1986. Y en efecto, a los tres meses, le envió a Darko de Zuasti. Darko supuso para Chus un antes y un después. Fue un perro único e irrepetible, y muy amado por ella.
A partir de entonces comenzó una carrera meteórica de triunfos en los rings, pero, como a Chus le gusta recalcar, comenzó sobre todo un amor profundo por la raza.
El 24 de noviembre de 2011 obtuvo el afijo Cumbres de Jacaranda y entonces se fue a Ámsterdam en busca de una hembra de setter gordon —Sun, su «niña holandesa» (Our Sunshine del afijo Noble Friends)— para poder criar esta maravillosa raza.
En la actualidad, Chus tiene seis setter gordon, nueve setters ingleses, un setter irlandés y un cruce de podenco rescatado de un contenedor en Barcelona.
Pero menos mal que vive en una finca de 5.000 m2, donde tiene una zona para los machos, con sus cheniles de 2×2 m totalmente aislados del frío y el calor, patios de 100 m2 techados, bebederos automáticos, todo solado, y un recinto exclusivo para ellos de más de 1000 m2 junto a la casa, completamente arbolado, donde pasan el día todos juntos y sueltos. Y luego dispone de dos espacios vallados para los cachorros, con casetas techadas y zonas de juego y una piscina para su propio disfrute.
Cinco de sus perros viven en su casa y duermen con ella: tres hembras, un macho, y Ratón, el podenco. Su casa está llena de animales, pues, además de los perros, hay que añadir dos gatos, una chinchilla y Capricho, un caballo con el que suele salir al campo con sus perros.
«En Cumbres de Jacaranda no hay vacaciones ni fines de semana ni nada, es un no parar», dice Chus.
El nombre Cumbres de Jacaranda tiene su historia. En un momento difícil de su vida, Chus compró una yegua anglo hispano árabe de cinco años a la que llamó Jacaranda que, como sabéis, es un árbol que da una flor morada.
La yegua estaba solo iniciada en la doma. Y pronto formaron un perfecto tándem. Era un animal poderoso, con brío y un corazón que no le cabía en el pecho, pura potencia, valiente. «Estábamos hechas la una para la otra. Competimos en salto y era como si voláramos —cuenta Chus—. Paseos interminables por el campo, muchas cosas y sentimientos, mi psicóloga particular, hasta que con catorce años tuvo la mala fortuna de romperse la cadera dentro del box. Diagnóstico: sin solución, tuve que dormirla.
Fue uno de los peores días de mi vida, sentí un dolor tan profundo que aún me duele al recordarlo. Esa es la razón por la que mi afijo lleva hoy su nombre».
Cumbres de Jacaranda no es un criadero al uso. Las camadas son esporádicas, porque Chus no vive de esto, es decir, no necesita criar a destajo para sobrevivir ni pretende enriquecerse con ello. Es licenciada en INEF por la UPM de Madrid y entrenadora nacional de balonmano, y vive de su profesión.
Para Chus, la cría de setters es una afición, un amor por la raza. De hecho, eso cambia mucho las cosas porque, a diferencia de otros criaderos que cuentan con cuarenta perros y no hacen más que criar, lo suyo es realmente artesanal, pura pasión por los setters.
Si partimos de esa premisa puede entenderse que Chus haga camadas de forma esporádica, cada dos años más o menos, por lo que si alguien quiere uno de sus perros deberá ser paciente. Le gusta estudiar minuciosamente los ejemplares que van a ser los progenitores, pedigrís, consanguinidad, y lo más importante: que las pruebas genéticas pertinentes salgan todas bien, esto es, displasias, test de Baer, PRA (Progressive Retinal Atrophy), etc. Además, durante la gestación de sus perras tampoco escatima en pruebas veterinarias: progesteronas, citologías, ecografías y radiografías; y espermograma a los machos. Ella no gana con las crías, a lo sumo cubre gastos.
«El control y el seguimiento de mis perros por parte de mi veterinaria Rosario Bergamín Serredi son exhaustivos, tanto en casa como en la clínica».
Chus no vende ningún cachorro a nadie que no pase por su casa para conocerlo personalmente y que cumpla con los requisitos que ella considera fundamentales para que los perros estén en las mejores manos. «Cuando los cachorros se van, una parte de mí se va con ellos. Yo los traigo al mundo, el primer mes duermen en mi habitación, luego se crían con mis hijos, forman parte de mi vida».
«Por ello, mis perros siempre salen de casa con la certeza de que van a una familia o a un hogar donde los van a querer y cuidar como se merecen. He dicho que no a mucha gente que no considero apta para tener un cachorro mío, cazadores sobre todo, que los van a dejar en una finca solos y que lo único que les importa es el precio».
Chus es una persona que crea vínculos. Cuando sus cachorros se van, la relación con los nuevos propietarios es ya de «amistad». Todos mantienen contacto con ella, incluso algunos perros, con permiso de sus propietarios, salen al ring con ella, y algunos hasta se quedan en su casa en los periodos vacacionales de sus dueños; además, sigue la trayectoria de sus perros porque tiene chats de WhatApp de cada una de sus camadas.
«Un buen criador debe garantizar que sus cachorros estén sanos, que se crían en familia, que son ejemplares muy seleccionados, que sean equilibrados de carácter, y sobre todo, debe ser honesto y tener muy presente la mejora de la raza, así como el amor y pasión por la misma», cuenta Chus.
El setter es un perro de caza y disfruta con ello enormemente, pero Chus no caza porque es incapaz de matar a un animal.
No obstante, le encanta ver a sus perros en el campo y cómo aflora su instinto cazador, y se alegra de que algunos propietarios de sus cachorros los lleven a cazar, pero, como dice: «Yo siempre hago una distinción entre cazadores y escopeteros, estos últimos son los de la España profunda que se ponen la boina a rosca, son la vergüenza del ser humano, los que abandonan, maltratan, asesinan…, me horrorizan. Aunque, todo hay que decirlo, también los compradores tienen mucha culpa, porque quieren perros bonitos y baratos, y eso no existe, y siguen comprando cachorros por 150 euros que anuncian en Internet. En otros países, la cría está mucho más regularizada, pero aquí vale todo».
Cuando se habla de setters suele hacerse una distinción entre línea de belleza y línea de trabajo, esta última una raza algo más pequeña muy buscada por los cazadores porque, según dicen, son más rápidos y veloces para la caza. Eso ha supuesto que muchos criadores de setters, sobre todo en Francia y en el norte de España, críen estos perros que, en modo alguno, cumplen con el estándar.
«No hay una línea de belleza ni una de trabajo —me aclara Chus—. Hay un setter que se rige por el estándar que establece la FCI (Federación Canina Internacional), y eso conlleva muchos requisitos. Se están criando ejemplares pequeños y rápidos, que es lo que buscan muchos cazadores, pero en una exposición de morfología, obviamente estos perros no cumplen con los estándares requeridos. Yo no crío ni tengo ejemplares de estas características, ni cruzaría un perro mío con ninguno de ellos. Para mí son una raza distinta cuya única finalidad es la de cazar. Los perros de estas líneas suelen tener pedigrí, por ello pueden participar en exposiciones, pero no cumplen el estándar, ni tampoco tienen una buena presentación, suelen ser tímidos y asustadizos, no dudo de que en el campo sean maquinas, pero morfológicamente están totalmente fuera del estándar».
Los perros de Cumbres de Jacaranda han participado en numerosas exposiciones y, hoy en día, cuentan con muchos premios y galardones tanto nacionales como internacionales. Pero cuando le pregunto por ese mundo, no se corta ni un pelo y me dice sin tapujos: «En las exposiciones hay demasiados intereses ocultos. Escasean los jueces honestos. Hay mucho amiguismo y demasiado desconocimiento de las razas que se juzgan. Algunos criadores ya llevan escrito “pódium” en la frente antes de salir de casa, todo el mundo sabe eso. De hecho, algunos marcamos con una cruz los jueces a los que no debemos presentar nuestros perros porque ya se sabe de antemano quien va a ganar. Y muchos criadores solo asisten a los certámenes donde sus perros son juzgados por su juez amigo, el cual les garantiza el triunfo. Esta forma de proceder acaba con la afición de cualquiera. Pero es así».
«A partir de ahora voy a seleccionar muy bien a los jueces, ya que algunos con los que me he encontrado a lo largo de mi vida como criadora y expositora no merecen tener el privilegio de juzgar a mis perros».
«Naturalmente hay denuncias, claro que hay denuncias, pero la RSCE (Real Sociedad Canina Española) hace la vista gorda y no sirven para nada. La RSCE simplemente se dedica a poner la mano, cuantos más perros más dinero, el resto no importa. Por no hablar de la exposición monográfica que organiza el Setter Club de España, del que fui socia y dejé de serlo cuando no me vi representada por esta entidad, donde un grupito de cazadores con un juez elegido por ellos consigue los puntos obligatorios que no conseguirían jamás en otros certámenes donde se pone en juego el punto obligatorio como Madrid o Talavera, porque sus perros no cumplen con el estándar. En fin, una vergüenza, eso sí que es deteriorar la raza».
La pasión que siente Chus por los setters es tan grande que, como dice, le ha costado media vida a todos los niveles: «Económicamente es una locura, mucho dinero invertido en exposiciones, veterinario, manutención e instalaciones, y a nivel emocional me ha costado un divorcio y dos separaciones. Cuando me sueltan: los perros o yo, mi respuesta siempre ha sido la misma: “Sal, cierra la puerta por fuera y echa las llaves dentro”».
Chus respeta y entiende que vivir con tantos perros es muy complicado si eso no se comparte y se tiene la misma forma de pensar. Para ella sus animales son como sus hijos, intocables. «A otros niveles me ha supuesto renunciar a muchas cosas, vacaciones, fiestas, viajes, pero como dice mi madre: “sarna con gusto no pica”».
«Junto con mis hijos y mi familia, los animales, sobre todo los setters y los caballos, son mi pasión, los que me hacen feliz, los que me arrancan una sonrisa cada día, los que me consuelan cuando estoy triste y, sobre todo, son los que me quieren con locura sin pedir nada a cambio, me dan paz», dice Chus.
«Si quieres que te diga la verdad, renunciar, renunciar… Yo he hecho lo que siempre quería, vivir en el campo rodeada de perros, caballos, gatos, niños… Me encanta luchar por lo que quiero y me hace feliz, pero, eso sí, me ha supuesto mucho sacrificio en todos los aspectos, muchos disgustos y noches sin dormir, mucho dolor cuando mis perros se han ido (especialmente Darko y también mi yegua Jacaranda). Y personalmente he renunciado a una independencia y, en su momento, a una pareja y a una vida como el resto de los mortales, pero me enorgullece y me llena de felicidad ver a mis hijos disfrutando de esta vida. Realmente mi finalidad es ver crecer a mis hijos amando a los animales como yo lo hago, poner lo mejor de mí para que sean personas honestas y buenas, tal y como a mí me enseñaron mis padres, un ejemplo a seguir y los que han guiado mi vida con unos principios que hoy en día brillan por su ausencia».
«Me enorgullece y llena de felicidad ver a mis hijos amando a los animales como yo lo hago».
Como criadora creo que ya tengo muy consolidada mi línea de perros y muy buenos ejemplares para poder seguir teniendo cachorros en un futuro como hasta ahora.
En cuanto a las exposiciones, he conseguido muchos títulos y he pisado muchos pódiums, creo que voy a empezar a bajar ese ritmo y a ir solo a algunas de forma esporádica. Después de más de catorce años algo he aprendido, y ya no me apetece gastar más dinero y tiempo mientras este mundillo siga estando como está.
Tengo que movilizar muchos perros, niños, y contar con mis padres para pilotar el barco cuando me voy, y eso cada día es más complicado, es preciso entrar en una fase más relajada; esa es mi intención al menos, pero…. nunca se sabe, jajajajaja.
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