El pulpo es uno de los animales más fascinantes y extraordinarios del mundo marino. Dice de él la naturalista Sy Montgomery en su famoso libro El alma de los pulpos, que es: «un animal que tiene veneno, como una serpiente, pico, como un loro, y tinta, como una pluma estilográfica. Puede pesar tanto como un hombre y ser tan largo como un coche, y sin embargo es capaz de introducir su ancho e invertebrado cuerpo por una abertura del tamaño de una naranja. Puede cambiar de color y de forma. Puede percibir el sabor de algo con la piel [… ]. Tiene tres corazones, un cerebro que rodea el esófago y una envoltura de baba en lugar de vello. Incluso su sangre es de un color distinto del nuestro: azul, porque el cobre, no el hierro, es el portador de su oxígeno.» Es esta una descripción que no puede dejar de maravillarnos. Y es que, pese a su corta vida, el pulpo es un ser fascinante. Para las hembras, la cópula es mortal. Así están programadas genéticamente.
Álvaro Roura es un ecólogo marino español que se ha dedicado al estudio de los cefalópodos en estado salvaje. Durante años trabajó en el CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) y estudió la cópula de estos animales que puede durar incluso una hora. Después de la cópula, la hembra, una vez fecundada, vivirá exclusivamente para la puesta y eclosión de los huevos. La única puesta de su vida. Puede llegar a poner entre 100.000 y 500.000 huevos, a los que cuidará y oxigenará en un escondrijo de rocas y piedras marinas para protegerlos de los depredadores. Los colgará del techo y, durante meses, limpiará esos racimos de huevos con sus ventosas. A partir de ese momento, la hembra se deja morir, ya no volverá a comer, y a medida que pasen los días irá debilitándose cada vez más hasta que, después de haber visto nacer a sus crías, morirá completamente extenuada. Ese es su ciclo vital. La vida de la hembra es muy corta, no suele durar más de dos años. Las crías, al nacer, no miden más de tres milímetros y avanzan 2oo kilómetros mar adentro hasta que regresarán a la costa, ya como adultos jóvenes, provistos de ventosas en sus brazos.
A continuación os dejamos un interesante vídeo en el que se puede ver el coito de estos cefalópodos en estado salvaje. Este vídeo ha sido grabado en la ría de Vigo, en Galicia (España). Y como señala Álvaro Roura es «el resultado de un estudio que ha durado ocho años de investigación», un proyecto en el que el propio Roura ha colaborado como científico, y en el que han participado, además, la investigadora Jare Irisarri y el realizador de documentales marinos, José Irisarri.
Para quienes aún no lo habéis visto, no os perdáis en Netflix Lo que el pulpo me enseñó, uno de los mejores documentales sobre la vida de un pulpo, ganador del premio BAFTA y de un Oscar en 2020. Es imprescindible.
Suscríbete a nuestra newsletter, es gratuita.