Eso parece. O al menos así lo atestiguan algunos estudios. Y es natural, porque cuando sacas a pasear a tu perro es fácil entablar conversación con otra persona que pasea el suyo. Y ya no digamos si el encuentro no sólo es puntual, sino que se convierte en una rutina de horarios, y coincidís casi todos los días en el parque o en cualquier otro lugar. E incluso, si eso no se produce, el hecho de ir con tu perro por la calle hace que estés más expuesto a que cualquiera pueda interesarse por el animal y preguntarte, o explicarte que él también tuvo un perro que se parecía al tuyo, por ejemplo. Todo resulta mucho más fácil, no cuesta nada que alguien te aborde o lo abordes tú si tu perro, por alguna razón, te ha cautivado. A todos nos ha sucedido. Y es que el sólo hecho de tener perro es un vínculo en común muy importante. Y a la gente le gusta compartir. Los perros son buenos aliados cuando se trata de establecer contactos, basta observar con qué desenvoltura proceden sus dueños a la hora de entablarlos, con qué presteza intervienen o se suman al diálogo, con qué familiaridad se agrupan y son acogidos en sus círculos. Los perros son excelentes mediadores de nuestras relaciones sociales.
De hecho, un estudio que llevó a cabo el Instituto Kinsey de Indiana en colaboración con la web de citas Match.com mostró que las personas que tienen perro son, en principio, más accesibles que las que no tienen, porque el perro es una razón de peso a la hora de entablar conversación. La mayoría de los entrevistados declaró que el hecho de tener un animal doméstico dice mucho de la personalidad de quien lo tiene; más de la mitad afirmó que no saldría con alguien a quien no le gustan los animales.
Por lo tanto, eso de que ¿se liga más con perro? parece ser que sí, o, en todo caso, al menos es más fácil el encuentro, hay una mayor disposición a iniciar un diálogo o a escuchar y ser escuchado. El perro es un vínculo de unión, facilita el contacto social, al menos para iniciar un conversación, después, todo sea dicho, dios dirá. Aunque, si debemos ser sinceros, nosotros ya conocemos a unas cuantas parejas que se conocieron en el parque con sus perros y, a día de hoy, siguen felices y comiendo perdices.
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