El mastín tibetano o dogo del Tibet está considerado, en la actualidad, el perro más caro del mundo. Puede que sea debido a la antigüedad de la raza, por ser descendiente de perros pastores del Himalaya, animales que se utilizaban para custodiar los monasterios tibetanos, algo para lo que todavía se le emplea hoy en día; o quizás sea debido a su gran tamaño y precioso pelaje, que le otorga un aspecto soberano, o tal vez por ser un excelente guardián.
Se trata de una raza muy antigua, ya mencionada por Marco Polo en sus crónicas de viajes a Asia en el siglo XIII. Y mucho antes, dos mil años antes de Cristo, se cree que los asirios ya la utilizaban para vigilar a los prisioneros. Con las conquistas romanas y las invasiones de los pueblos asiáticos, estos perros se extendieron rápidamente por la cuenca del Mediterráneo y dieron origen a todas las razas de perros europeos, como el San Bernardo, el Terranova y el mastín de los Pirineos.
Por su ferocidad y poderío físico, se dice que el guerrero mongol Gengis Khan llegó a poseer un ejército de 30.000 mastines tibetanos.
No obstante, no fue hasta el siglo XIX cuando el mastín tibetano empezó a conocerse en Occidente, concretamente en 1847, cuando lord Hardinge, el virrey de la India, le regaló un ejemplar a la reina Victoria. Su belleza cautivó no sólo a la soberana sino también a todos los británicos. Eduardo VII tuvo dos ejemplares, pero no fue hasta 1898 cuando se registró la primera camada en un zoológico de Berlín.
Es un perro robusto, de gran tamaño. El macho mide 66-76 cm de cruz y su peso oscila entre los 85-100 kilos; mientras que la hembra mide 61-71 cm de cruz y su peso se halla alrededor de los 70 kilos. La cabeza es gigantesca y maciza, con grandes belfos y una boca provista de dos enormes colmillos capaces de ejercer una de las mordeduras más fuertes del mundo canino. Los colores del estándar son negro fuego, negro, amarillo, rojo, dorado, negro, gris azulado, y grisáceo.
Se trata de una raza propia de zonas montañosas, donde las temperaturas en invierno son realmente bajas, razón por la que poseen un abundante pelaje, que está dotado de dos capas, una externa que repele la lluvia y la nieve, y otra interna que el animal muda dos veces al año y lo mantiene caliente. Su ladrido es una de las características más preciadas de esta raza.
El mastín tibetano es un perro guardián y protector y, por lo mismo, puede ser feroz y peligroso con los extraños.
Se trata de un animal muy territorial, robusto y resistente, por lo que es un excelente guardián y defiende a los suyos, es decir a los rebaños si los tiene a su cargo o la familia si vive con ella y, especialmente, es muy protector con los niños.
Los occidentales comenzaron a exportar esta raza a Europa en el siglo XIX, y cuando posteriormente la Federación Canina Internacional quiso registrarla, China no lo aceptó, por lo que la FCI acabó redactando el estándar oficial de la raza basándose en los perros europeos, que son de menor tamaño con respecto a los perros chinos. Las líneas europeas no tienen tanto pelaje, son más pequeñas y los colores también son distintos. El perro chino es un perro más grande, más ancho, más peludo, con una melena más tupida y con un carácter más primitivo y feroz, muy común en los perros asiáticos.
En la cultura oriental, el mastín tibetano es signo de riqueza y de estatus social. Actualmente, está considerado el perro más caro del mundo. En China, su precio actual puede oscilar entre los 10.000 y 12.000 euros. Para los millonarios chinos poseer un mastín tibetano se ha convertido en objeto de distinción. El registro de la venta más elevada por un perro de esta raza es de 1, 6 millones de euros, un mastín llamado Hong Dong comprado por un magnate del carbón en China.
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